CABERNET FRANC, PADRE NUESTRO
Así como hay grandes actores secundarios –se me viene a la cabeza Harvey Keitel por nombrar alguno–, en la viticultura también hay uno sin el cual la película no podría estar completa: el cabernet franc, un clásico de Burdeos y presencia habitual en las mezclas de los grandes vinos que provienen de las orillas del río Garonne. También es un actor con distintos registros, ya que sus pirazinas le permiten entregar vinos de perfiles muy diferentes, como los que se producen en el norteño valle del Loira. Desde su Francia natal cruzó “el gran charco” y ha mostrado sus pergaminos en todo el mundo, particularmente en el cono sur de América, tanto en Chile como en Argentina.
Al cruzarse naturalmente con la sauvignon blanc se convirtió en el padre de la cabernet sauvignon, cepa que para muchos lo supera en elegancia y complejidad. Pero no solo eso: también es responsable de la merlot por la cruza con madeleines noir de charentes y de nuestro carmenère al cruzarse con la gros cabernet.
En general, la cepa cabernet franc es más productiva que la cabernet sauvignon y tiende a entregar un carácter levemente más especiado o herbáceo. Su estructura tánica es potente y su abanico frutal, algo unidimensional si se compara con el de algunas de sus hijas. Pero estas son generalidades ya que depende mucho del terroir donde se produce. En algunos de ellos es responsable de grandes vinos, como Château Cheval Blanc, por nombrar solo uno.
Su segunda casa, la de las orillas del Loira, es completamente distinta ya que presenta un clima límite para su madurez. En los pueblos de Chinon, Bourgueil o Saumur-Champigny muestra una cara más delicada, donde el carácter herbáceo (pirazinas) debe manejarse con maestría para dar a luz vinos elegantes y de gran potencial de guarda.
En viña Morandé hemos apreciado al cabernet frac desde nuestra fundación. Desde actor principal en nuestro Edición Limitada, hasta El Padre, su versión más relajada elaborada por nuestro enólogo Cristián Carrasco, y parte de la línea Aventuras. Sin embargo, en las gravas aluviales del Maipo, le cede protagonismo a su hijo más destacado, el cabernet sauvignon, pero lo acompaña en forma decisiva imprimiéndole carácter y fuerza a nuestro House Of Morandé, un vino de potente estructura, austero en aromas, y de gran longevidad, aportada en buena medida por este Padre generoso y silente.
Ricardo Baettig
Enólogo Viña Morandé