LA PODA
Lo primero que hay que decir con respecto a la poda es que se trata de una práctica no natural. Es, sin embargo, una de las acciones más importantes del viticultor, cuya función es conducir y condicionar la producción de la cantidad y la calidad de las uvas. Además, está muy ligada al sistema de conducción, es decir a la arquitectura que se la dará al viñedo.
Entre otras cosas, la poda nos da la posibilidad de dar una forma determinada a la parra y mantenerla en el tiempo. También tener una producción relativamente constante evitando la alternancia natural o añerismo. Asimismo, permite definir si se quiere obtener una producción de calidad o sacrificar ésta por una de mayor volumen. Además, posibilita crear un equilibrio de la parte aérea versus las raíces y organizar la vegetación para facilitar el trabajo en verde y del suelo.
La poda se puede resumir como la acción de cortar los brotes o sarmientos del año anterior, e incluso partes de la parra de mayor edad con el objetivo de dejar solo las yemas necesaria para tener una determinada cantidad de racimos por planta. En consecuencia, la cantidad de racimos depende de la poda, pero también de la variedad de la vid. Algunas son mas productivas que otras, entregando, por ejemplo, hasta tres racimos por brote y otras solo uno. Hay vides que son menos fértiles en las primeras yemas del brote, por lo que obligan a podar largo, es decir, dejando cañas de más de cinco yemas. Otras, en cambio, permiten podar a pitón, es decir corto, dejando una a tres yemas, ya que son fértiles desde aparece el primer brote.
La poda también tiene un efecto sanitario, especialmente cuando se dejan con los sarmientos de la temporada (ejemplo Guyot), ya que no tienen ritidoma (esa corteza descascarada tan típica de las parras) donde se esconden insectos. Además, siendo estos cortes de poda más bien pequeños y que se renuevan año a año, tienen menos posibilidades de acumular internamente hongos de la madera en los haces vasculares (mal dell’esca, enrollamiento clorótico). Por el contrario, esto se ve favorecido por ejemplo en la poda a pitón por estar basada en un brazo que año a año se mantiene, y del cual se van desarrollando los pitones nuevos.
Otro aspecto indirecto es que las podas a pitón tienden a producir racimos más pequeños, a diferencia por ejemplo de la poda Guyot, la que puede dar mayores rendimientos por planta. Esto sin embargo está más determinado por las variedades de las uvas, las cuales de suyo producen racimos más pequeños (como pinot noir y chardonnay) o más grandes (como sangiovese y syrah) o, como dijimos anteriormente, más o menos racimos por brote.
Por último y en forma esquemática podemos decir arbitrariamente que la vid pasa por 4 estados en su vida:
1.- Planta joven, hasta los 3 años, donde la poda es fundamentalmente una actividad orientada a favorecer el crecimiento de las raíces y a la acumulación de reservas, pero no a la producción de uvas.
2.- De producción creciente, entre los 3 y los 7 años aproximadamente. Este es el período en el que la planta va alcanzando gradualmente su madurez y rendimiento óptimo. En esta etapa, la poda es fundamental para lograr ese objetivo, por lo cual es bastante intensa.
3.- Periodo adulto, desde los 7 a los 20-25 años. En este período, la producción es bastante constante, con algunas diferencias anuales, por lo que la poda es muy importante para mantener el equilibrio de la vegetación y la producción.
4.- Planta vieja, de los 30 años en adelante. Es el momento en que el vigor y la producción comienzan paulatinamente a descender y, con ello, la poda va aumentando en forma progresiva.
Ricardo Baettig
Enólogo Viña Morandé