En nuestra permanente búsqueda por explorar nuevos valles ytécnicas para crear nuevos vinos, muchas veces tenemos éxito y logramosmaterializar el vino que soñamos en nuestra cabeza, pero en otras ocasionescomprobamos que nuestra intuición y conocimiento no son infalibles. Usualmenteestos esfuerzos no se conocen porque no se materializan en un vino que salga ala luz, sin embargo, para nosotros, estos esfuerzos son siempre necesarios yaque nos dejan importantes enseñanzas. Esta prueba y error a pequeña escala esparte fundamental del quehacer de los viticultores y enólogos.

 

En 2009, creíamos tener todo claro cuando plantamos nuestroCampo La Moralina, en la precordillera de Cachapoal, al privilegiar CabernetSauvignon en el suelo aluvial y Carmenere en el suelo aluvio-coluvial, sinembargo, “sabíamos” que la particularidad de ese terruño nos podría ofreceralgo más y apostamos – tímidamente- por dos pequeños cuarteles de Petite Syrahy Petit Verdot. Sin lugar a duda, no eran dos cepas desconocidas para nosotrosya que por más de 10 años hemos producido a estos dos pequeños gigantes en elvalle del Maipo, fundamentalmente para vinos de mezcla- pero para este campo,era algo inusual.


Ambas cepas comparten el nombre de “pequeños” debido altamaño de sus bayas, y su nombre Petit o Petite, se le asigna a cada una debidoa su género, es decir, EL Petit Verdot y LA Petite Sirah.

Vinificadas presentan claras diferencias entre ellas, en eltipo de fruta y niveles de pirazinas, pero comparten ciertos aspectos deconcentración, potencia tánica, color y una cierta unidimensionalidad en supaleta de aromas y sabores que han llevado a que sean usadas normalmente máscomo actores de reparto que protagonistas de un vino.

 

En esta oportunidad acertamos con gran precisión y ya a enlas primeras cosechas pudimos comprobar el potencial que pueden alcanzar cuandoson vinificadas en huevos de cemento, con una extracción suave y casi pasiva desus negras pieles.

.

Cristián Carrasco, enólogo a cargo del Gran Petit, lopercibió inmediatamente y ha demostrado gran maestría en este juego deprecisión y sutileza, produciendo un vino profundo y concentrado, que conjugaun cierto carácter floral y delicadeza, desconocida para nosotros y que elfascinante terruño del Alto Cachapoal ha revelado a quien ha sabido buscar.